Nueve características de una persona influyente

Hay quienes llevan esas cualidades en sus genes. Pero también es posible desarrollarlas. Qué hábitos hay que adoptar para proyectarlo hacia el exterior. La estrategia.0014021327

Son quienes logran impactar de manera profunda y duradera en los otros. Esa es una posible definición de una persona influyente. Como en todo, hay quienes parecieran ser inspiradores por naturaleza. Pero también se puede apuntar a desarrollar ciertos hábitos para ejercer influencia sobre uno mismo y de esa forma proyectar ese halo hacia el exterior.
Autor del bestseller Inteligencia emocional 2.0: Estrategias para conocer y aumentar su coeficiente y presidente de TalentSmart, el Dr. Travis Bradberry especificó cuáles son los hábitos de una persona influyente. La búsqueda de la excelencia, el control de las emociones y la creatividad son algunos de sus rasgos más destacados. Pero sobre todo su permanente voluntad de ir hacia adelante.
100% proactividad
Son grandes propulsores. No esperan a que las cosas se desarrollen, sino que buscan ellos mismos desarrollarlas. En ese sentido, se anticipan, están atentos al contexto y desarrollan una visión a futuro para poder llevar a cabo lo que se proponen.
Control emocional
El análisis racional es una de sus mayores fortalezas. Frente a las situaciones que se le presentan, piensan dos veces antes de reaccionar de manera emocional. Así, tanto si recibe un crítica o si tiene que marcarle a otro algo que le disgustó, el planteo surge desde el raciocinio. Las personas influyentes son conscientes de que en muchos casos la respuesta emocional puede dañar al otro, al punto de poner en juego una relación.
Espíritu positivo
Ven siempre el vaso medio lleno. Saben que lo mejor está por venir porque confían en su propio poder para conseguir lo que se proponen. Pero mejor aún: buscan compartir con otros ese mismo poder. La convicción de que no hay nada que esté fuera de su alcance inspira a los que lo rodean y los estimula a encaminarse hacia sus objetivos. Sí, confían en que una persona puede cambiar el mundo.
Pensamiento autónomo
En lugar de dejarse llevar por la última tendencia o por la opinión pública, desarrollan un pensamiento propio. Sin embargo, mantienen su mente abierta y están dispuestos a cambiar de opinión siempre y cuando se les presenten hechos que lo avalen. La clave está en que el cambio de perspectiva no se basa en lo que otros dicen sino en lo que ellos saben y averiguaron.
Desafían el sentido común
Se caracterizan por tener un espíritu disruptivo. Por eso, nunca están satisfechos con el status quo. Siempre van por más y se preguntan, «¿Qué pasaría si…?» ¿Por qué no probar…?» No temen desafiar los cánones establecidos, pero no buscan cambiar las cosas por pura rebeldía, sino que detrás de cada acto subyace la idea de mejorar el mundo.
Inspiran conversaciones
Las personas influyentes no necesariamente buscan acaparar la atención practicando largos monólogos. Más bien les interesa fomentar el diálogo y estimular a todos los que están a su alrededor para que exploren nuevas ideas. En el marco laboral, inspiran el desarrollo del pensamiento lateral.
Expanden las relaciones
Reconocen la importancia de establecer relaciones duraderas en el tiempo. Además de conocer a muchas personas, se interesan por entrar en contacto con los conocidos de sus conocidos. Pero principalmente buscan agregarle valor a cada vínculo. Comparten consejos y son generosos con lo que saben. Más aún, disfrutan de poner en contacto a aquellas personas que él considera que deberían conocerse por alguna razón.
Son personas enfocadas
Las trivialidades no tienen cabida en sus vidas. No se distraen de lo importante e inspiran a otros a seguir ese mismo camino. Son enfocados en su accionar y en su discurso. Por eso, hablan solo cuando tienen algo importante para decir y evitan aburrir a quienes están a su alrededor con comentarios de poco interés para ellos.
Abrazan las diferencias
Quienes piensan distinto son bienvenidos en su vida. A diferencia de lo que les ocurre a muchos, las personas influyentes no reaccionan desde sus emociones y de forma defensiva frente a aquellos que tienen opiniones distintas a las propias. Como una de sus características es la humildad, reconocen que no lo saben todo y disfrutan aprendiendo de otros. Su objetivo no es tener la razón, sino llegar a un buen resultado de forma conjunta. (Infobae)

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