Cuando se aborda el tema del consumo de alcohol no se puede hacer alusión a un caso particular, porque hay tantos motivos para tomar como personas en el mundo. Donde sí se debe indagar es en el modo en que los adolescentes y jóvenes se divierten, inmersos en una sociedad evidentemente de consumo.
-Por Valeria Robin
«De vez en cuando nos emborrachamos”. “No perdemos la conciencia, pero tomamos de todo”. “La mayoría de nuestros padres nos dejan hacer previa en nuestras casas”. “A mí no me dejan tomar y lo hago igual”, contaron a EL DIARIO cuatro adolescentes de entre 14 y 17 años.
Por otro lado, Juan, de 50 años, señaló: “Mi hijo de 18 hace la previa en casa. Entre el grupo de sus amigos hay un par que se pasan, y los demás son normales. Algunos toman un vasito y otros salen ‘alegres’ para el boliche”, contó.
Algunos porque “experimentan”, otros argumentando que no quieren quedar mal porque en el grupo de amigos “todos lo hacen”, o para ahogar las penas, y otros toman simplemente para divertirse. La cuestión es que desde muy temprana edad se comienza con la práctica del consumo de alcohol.
DEFINICIÓN. El Ministerio de Salud de la Nación, en su página web, define “La previa” como “la forma más común de consumo episódico excesivo de alcohol por parte de los jóvenes”. Esta práctica se caracteriza por tomar una gran cantidad de alcohol en un corto período de tiempo.
Sobre los riesgos de la excesiva ingesta de alcohol, el psicólogo Joaquín Varela, egresado de la Universidad Católica Argentina (UCA), en diálogo con EL DIARIO sostuvo: “No siempre resulta un problema que el adolescente tome. Lo tiene que hacer para conocer esa realidad y conocer sus propios límites, aprender a tomar. El problema es que al hacerlo solo o en un grupo de amigos resulta peligroso”.
En la adolescencia la persona entra en tensión, es donde se va a cuestionar los distintos matices de las cosas. Si bien va a tomar decisiones personales, en el fondo va a tener esta base que le han transmitido sus padres. La adolescencia es el momento donde se sale a la cancha con los recursos adquiridos. Entonces, si hubo formación, crecimiento y acompañamiento en valores y actitudes, es esperable que, a pesar de la rebeldía, se actúe sabiendo las consecuencias.
“El adolescente resulta hoy el paradigma de la sociedad de consumo”. La ‘adolescentización’ de la sociedad es real. Hoy el ser exitoso tiene que ver con ser adolescente, en tanto no encontramos límites .Todo resulta ser un mundo de posibilidades, en donde nada está determinado. Prima la energía y los impulsos”, explicó Varela.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación se sostiene que “el gran desafío de los padres y adultos responsables es acompañar y aconsejar a los adolescentes y jóvenes sobre las consecuencias del consumo de alcohol. Es importante estar presentes en ese momento y ofrecer comida, jugos y agua para minimizar el impacto del alcohol en el organismo; porque es importante saber que en menores de edad todo consumo es de riesgo y que el mayor desafío que enfrentamos en la actualidad es la naturalización del consumo, instalada y aceptada culturalmente”.
Ante la consulta de esta Hoja, la psicoanalista Elvira Dianno formuló el siguiente interrogante: ¿previo a qué podemos ubicar este consumo excesivo?
La profesional –miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y responsable del Departamento Toxicomanías y Alcoholismo de la EOL Sección Santa Fe– indicó que “previo a la salida de los fines de semana donde un adolescente va al encuentro de otros, en busca de atraer, gustar a alguien. Preferiría ubicar primero ese tropiezo, esa dificultad de ir al encuentro de otros donde previo a la salida, también suelen pasar muchas horas frente al espejo y al whatsapp. Podríamos preguntarnos si tomar mucho alcohol viene al lugar de la seducción, de la inclusión o al lugar de adjudicarle a sus efectos los desmanes y los desbordes. De un lado encontramos que hoy los modos de inclusión social son por el consumo, usar ciertas marcas de vestimenta, tener el último modelo de gadget (celulares, ippads, etc.), escuchar determinada música, tomar o consumir ciertas bebidas o sustancias; también estamos al tanto de lo excesivo del consumo, desde artefactos tecnológicos en mega tiendas disponibles 24 horas, salas de juego por doquier, ofertas de satisfacción inmediata y de corta duración que impulsa a seguir consumiendo. El consumo de las bebidas alcohólicas y de las carbonatadas también entra en la lógica del exceso, de una búsqueda de satisfacción imparable”, argumenta Dianno. Y advierte: “Esto va de la mano de la notable y creciente dificultad para hacer lazos con otros, por fuera de la masificación que da el uso de una misma sustancia o de una misma marca, fenómenos de identificación que no hacen lugar a las particularidades y a las diferencias”.
EL OTRO “SEXUADO”. Dianno explica que “ir al encuentro del otro sexuado, aunque se trate del mismo género, ofrece la dificultad de soportar algo de lo imposible de satisfacer totalmente. Además es importante ubicar los frecuentes episodios de violencia que se suscitan los fines de semana, atribuidos al alcohol y otras sustancias, pero quien las toma sabe que se va a descontrolar, entonces podríamos pensar qué satisfacción se encuentra en el descontrol o si la única forma de satisfacción hoy es el exceso. Dejando en evidencia que la dificultad del lazo con otro pasa por la renuncia a ciertos excesos, a cierta autosatisfacción que deja al sujeto solo con su goce. Entonces tenemos muchos jóvenes –y no tan jóvenes– excedidos en alcohol, drogas, violencia, deportes extremos, gadgets, encerrados en mundos virtuales, es una sumatoria de soledades. Tal vez habría que hablar un poco más de este punto, la soledad en tiempos de la pos-modernidad. La soledad es del sujeto no de lo que consume, porque el punto es que ese consumo le produce una satisfacción que lo mantiene en soledad y de esto se habla poco y nada”.
Consumo y diversión
“Los chicos van aprendiendo que para divertirse tiene que consumir y tomar para ser ‘ganadores’. Otro aspecto es el vértigo, el deseo de tener experiencias excitantes, propio del adolescente. La necesidad de sentirse vivo, de desinhibirse. El alcohol brinda un estado de excitación y vértigo que es proporcional a la cantidad que se tome”, analiza Varela. “El problema no es que los adolescentes consuman. La problemática radica en si salen a divertirse y toman, o si para divertirse necesitan tomar”.
“Los chicos van aprendiendo que para divertirse tiene que consumir y tomar para ser ‘ganadores’. Otro aspecto es el vértigo, el deseo de tener experiencias excitantes, propio del adolescente. La necesidad de sentirse vivo, de desinhibirse. El alcohol brinda un estado de excitación y vértigo que es proporcional a la cantidad que se tome”, analiza Varela. “El problema no es que los adolescentes consuman. La problemática radica en si salen a divertirse y toman, o si para divertirse necesitan tomar”.
El papel de los padres
El psicólogo Varela sostiene que “preguntarse qué hacer con el adolescente es haber llegado tarde. Debemos preguntarnos qué hacer con el niño para que ya tenga todo eso incorporado a la hora de la adolescencia”. Además, advirtió que “hablar del adolescente particular sin conocerlo es artificial, porque no lo conocemos, no sabemos por qué están tomando de más, a menos que él nos lo diga”.
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