Varios instrumentos tecnológicos se están utilizando en San Jaime de la Frontera en la búsqueda del agenciero desaparecido hace un año y medio. Hubo novedades para analizar por los especialistas.
Los operativos que se están llevando adelante en San Jaime de la Frontera denotan un despliegue pocas veces visto en cuanto a la tecnología utilizada para el esclarecimiento de un hecho. Un georradar, un gabinete criminalístico, instrumentos satelitales y varios profesionales de diversas especialidades científicas, integrantes de la Gendarmería Nacional, de la Policía de Entre Ríos y del Superior Tribunal de Justicia, desembarcaron en la localidad del norte entrerriano. Junto a representantes de la Justicia, la Fiscalía y los abogados querellantes, colaborando y supervisando el desarrollo de las tareas, buscan algún indicio certero sobre el destino de Juan José Morales, ya que hasta ahora solo hubo versiones, hipótesis, comentarios, desmentidas, pero nada que se haya podido confirmar.
Según informó el abogado querellante, en representación de la familia Morales, Miguel Ángel Cullen, en la primera jornada de trabajo “han surgido algunos datos que pueden ser interesantes para la causa”. Pero los mismos deben ser analizados, ya que los resultados brindados por los complejos instrumentos utilizados en la búsqueda no son automáticos, sino que deben ser estudiados por los especialistas.
El georradar, manejado por el comandante Arrúa de la Gendarmería, emite ondas electromagnéticas que permite observar alteraciones morfológicas por debajo de la superficie del suelo. En este sentido, en el caso de que Morales haya sido asesinado y enterrado en algún lugar, podría develar la presencia de sus restos, si dan con el sitio preciso. Asimismo, se está pasando un detector de metales y otros instrumentos del gabinete criminalístico de la Policía, y se cuenta con luminol, elemento que permite detectar presencia de sangre. Se cuenta con la presencia de un bioquímico e integrantes del cuerpo médico forense del Poder Judicial. También estaban a la espera de los perros adiestrados de la fuerza provincial, para rastrear elementos cadavéricos. Los mencionados datos que serán analizados por los investigadores, se explicó, surgieron a partir de la combinación de los resultados arrojados por los distintos métodos de búsqueda.
En la jornada del lunes por la tarde, la lluvia que cayó en San Jaime obligó a suspender las tareas, que fueron retomadas ayer. Según informó Cullen, el georradar fue pasado por tres lugares, con las órdenes judiciales correspondientes, incluida la propia tómbola de la familia Morales, para ir descartando todas las sospechas posibles.
Los allanamientos programados continuarán al menos hasta el viernes, si las condiciones climáticas lo permiten, ya que el georradar no funciona con la presencia de agua, ya que absorbe las ondas electromagnéticas y no permite ver qué hay debajo.
Desapariciones
Morales desapareció el 30 de agosto de 2011, mientras levantaba apuestas al sorteo nocturno de la quiniela, como lo hacía todos los días, en su bicicleta roja, con el mismo recorrido puerta a puerta de los clientes. A las 20.15, a metros de la puerta de la agencia, una vecina lo vio por última vez. Luego aparentemente iba a continuar con los apostadores de la última cuadra, pero nunca más nadie lo volvió a ver.
Algo similar ocurrió con un hombre desaparecido en el mismo pueblo de 5.000 habitantes un año antes. Se trata de Sebastián Ortiz, un correntino que hacía unos 20 años se alojaba en San Jaime, donde vendía de manera ambulante diversos elementos, en su bicicleta también de color rojo. Al anochecer del 6 de setiembre de 2010, fue visto por última vez en un horario y lugar similares a los que desapareció Pocho. Las coincidencias de hechos y circunstancias hacen sospechar a los investigadores de que ambas desapariciones estén relacionadas.
Fuente: UNO.
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