El sitio Debka file -que se dedica a la inteligencia militar con base en Jerusalén- publicó que se «ha descubierto que Nisman, de 51 años, fue asesinado el 18 de enero por un agente iraní, que se había ganado su confianza».
Un sitio de inteligencia israelí aseguró que al exfiscal Alberto Nisman lo mató un agente iraní que se hizo pasar como desertor y que se ganó su confianza.
El sitio Debka file -que se dedica a la inteligencia militar con base en Jerusalén- publicó que se «ha descubierto que Nisman, de 51 años, fue asesinado el 18 de enero por un agente iraní, que se había ganado su confianza haciéndose pasar por un desertor y que utilizaba el nombre de Abbas Haqiqat-Ju».
«Según nuestra investigación, dos ministros de inteligencia iraníes, el influyente Mahmoud Alavi y su predecesor Hojjat-ol- Eslam Heydar Moslehi, se rompieron su cerebro durante nueve años buscando una manera de silenciar al fiscal judío», señala el portal.
El sitio detalló que trabajaron los dos iraníes «codo a codo con funcionarios de agencias de inteligencia del Gobierno argentino» y explicó que en Irán los espías reciben órdenes directas del líder supremo, el Ayatollah Alí Khamenei. «Era un ambicioso, honesto y valiente perseguidor de la verdad; era judío y tenía conexiones directas con Israel; y en el curso de su investigación amplió su red de contactos con el Mossad y la CIA», lo definió Debka file.
Luego de tres años de haber presentado su trabajo, el fiscal que apareció muerto reunió un archivo de inteligencia sobre el increíble alcance de la penetración iraní, utilizando agentes libaneses de Hezbollah, dentro de varios gobiernos latinoamericanos, entre ellos Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, entre otros: «Apenas este archivo fue puesto frente al gobierno de Buenos Aires, fue ocultado para evitar su publicación».
Entonces, Nisman viajó a Nueva York, donde informó a la CIA y a la ONU sobre los datos que tenía, entre ellos diplomáticos y agentes iraníes que operaban en los Estados Unidos ocultos en la embajada de Pakistán en Washington. Fallaron en el soborno. Según este portal israelí, los iraníes «intentaron ganar la pelea argentina a través del soborno, que siempre había funcionado en Buenos Aires».
«Por 10 millones, (el expresidente) Carlos Saúl Menem y sus compinches accedieron a cerrar la investigación de los dos ataques terroristas», afirmó Debka en referencia a los ataques a la embajada de Israel, en 1992, y a la AMIA, en 1994. Asimismo, sostuvieron que a la presidenta Cristina Kirchner «le prometieron beneficios económicos y acuerdos para Argentina, además de ventajas financieras para el Gobierno y las cabezas de la inteligencia».
Los reportes que el sitio israelí recibió desde Buenos Aires señalan que, en un primer momento, la mandataria temía que una abrupta muerte de Nisman la pondría bajo una sospecha tal que el costaría su puesto. Sin embargo, Teherán le aseguró a través de «canales privados de comunicación» que se realizaría de manera «limpia» y que «no dejarían la menor huella». A la hora de llevar a cabo el presunto plan de asesinato, establecieron en 2010 el acercamiento de un iraní al fiscal Nisman y le pidió una reunión secreta.
«Se presentó como un exalto oficial de la inteligencia de Irán que había desertado, volado a Dinamarca y que esperaba trasladarse a Buenos Aires con valiosos documentos sobre el ataque a la mutual judía», relató Debka. Aseguró que esos documentos probaban en detalle la complicidad de Mohsen Rabbani como cabeza de la operación contra la AMIA. El encuentro se produjo en Buenos Aires y el desertor se identificó como Abbas Haqiqat-Ju, le entregó a Nisman «documentos genuinos» que contenían evidencia de la participación de Irán.
La relación siguió por cuatro años y el fiscal «se convenció de la buena fe del desertor» tras chequear con diversas fuentes de inteligencia los datos que recibía. Fue así que en diciembre pasado el fiscal estaba listo para presentar su denuncia sobre el rol de la Presidenta en el presunto encubrimiento de los acusados iraníes.
Según el sitio web, Irán puso todo en marcha y Haqiqat-Ju le pidió a Nisman un lugar seguro para encontrarse con un segundo desertor que se había escapado de Teherán y que le daría documentos que probaban la colaboración entre la Secretaría de Inteligencia argentina y la iraní para el ataque a la AMIA. Fue así que requirió estricto silencio y secreto sobre la reunión pactada: «Necesitaban aislarse también de los diez agentes de seguridad que lo protegían en el piso 13 del edificio Le Parc de Puerto Madero, donde se había citado con su invitado».
«Ese invitado debía identificarse con tres golpes en la puerta y Nisman no debía hacer esperar al iraní, sino dejarlo entrar de inmediato. Antes de preparar la escena del asesinato, Haqiqat-Ju rentó un apartamento contiguo», detalló Debka. «El 18 de enero escuchó los tres golpes en la puerta. El fiscal le abrió la puerta a su asesino. Como era de confianza, este sabía exactamente dónde encontrar la pequeña arma que el trabajador judicial le había pedido prestada a un amigo y la usó para matarlo», relató la versión.
El escape del asesino. Una vez consumado el crimen, el asesino «se habría escapado por el sistema de calefacción entre los dos departamentos -el de Nisman y el que él tenía rentado-, se disfrazó y se fue». «Sus camaradas argentinos habían desarmado previamente las cámaras de seguridad en el edificio, por lo que estaba habilitado a escaparse sin quedar registrado, llegar al aeropuerto y volar con un pasaporte falso a Montevideo, luego a Dubai y finalmente a Teherán», detalló. Cuando Nisman fue hallado, concluye Debka, el asesino ya estaba camino a su ciudad de origen. (NA)
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